Siempre me ha gustado trabajar retratando a escritores o personas que trabajan con la palabra. Saben manejar su instrumental de trabajo con una precisión quirúrgica, con una sola palabra realizan una incisión que se clava en mi cerebro de una manera tan punzante como efectiva. Hace unos meses me ocurrió con Julio Llamazares y ayer mismo me paso con Servando Rocha que acaba de publicar: Nada es verdad, todo está permitido. El día que Kurt Cobain conoció a William Burroughs. Servando me contó que en las fotos parecía amable y que con lo que cuenta en la novela le gustaba tener una imagen de mal rollo y dicho y hecho.
http://www.servandorocha.com