martes, 26 de octubre de 2010

learn to fly



A veces la visión del fotógrafo es absolutamente errante. No podemos olvidar que toda visión viene por una reflexión, quizás por ello, cuando viajo y desconecto, es cuando gesto las mejores ideas. A veces son detalles del mundo, otras van a parar a un cuaderno donde se acumulan futuras sesiones.

lunes, 25 de octubre de 2010

Miradas


Hoy he subido a un tren y he visto amanecer. Esto tiene que ser el principio de algo bueno.

Robert Capa: "Si la foto no es lo bastante buena, es que no estás lo bastante cerca"



Ayer me entere de que Joao Silva había pisado una mina en Afganistán y automáticamente me acorde de Capa. Joao es uno de los supervivientes de El Club del Bang Bang, unos suicidas del periodismo gráfico curtidos en el fin del apartheid en Sudáfrica y mil guerras. Sin ellos el periodismo de guerra no sería igual, se han entregado tanto a su trabajo que han ido cayendo victima de las balas de los conflictos y de las heridas internas que les causo su estilo de vida. Mucho se dijo de Kevin Carter que se suicido después de ir a recoger el Pulitzer. Gracias a su trabajo en Sudán de donde se trajo la famosa foto de la niña y el buitre. Ese tema daría mucho que hablar y se oirían muchas tonterías (y se siguen oyendo) al respecto. Yo no puedo parar de pensar que siempre estaría posicionado a su lado aunque en mi mundo. Me explico.

Durante años he dicho que la profesión de fotógrafo de conciertos es como ir a la guerra, los festivales se parecen mucho a un campo de batalla de hecho. Siempre he sido un suicida y cuando la cosa se pone dura suelo estar en primera fila intentando hacer mi trabajo lo mejor posible. Cuando más caldeado este el asunto menos compañeros estarán a mi lado. Esta filosofía de que no es bastante buena la foto por qué no estás lo suficiente mente cerca me ha llevado más de una vez a situaciones ridículas, violentas e incluso peligrosas. De la última Salí rebozado en porquerías, con una cazadora rajada de arriba abajo y por poco me doy de guantazos con un borracho. El tipo desaforado en primera fila y con las pupilas como platos, decidió zarandearme mientras trabajaba en medio de un enorme pogo con dos cámaras y un monopie. En un ataque de rabia saltó y cayó de espaldas agarrándose a mi chaqueta, que destrozó, y tirándome sobre él. Lo que más me preocupaba es que no se rompiera ninguna cámara y aún al levantarme se encaró con migo por recriminarle. Las fotos merecieron la pena, no puedo entender mi trabajo de otra manera.